Tras un invierno protegiéndonos de la lluvia y del frío, por fin ha llegado el momento de sacar los bañadores y los pareos. Durante estas semanas (además de revolucionar el armario) hay que pensar en cómo preparar lo mejor posible nuestra piel para la llegada del verano y no caer en desagradables inconvenientes, como quemaduras y rojeces, y para hacer durar lo máximo posible el tan deseado bronceado.
Además de las cremas que no pueden faltar, en la mesa también podemos encontrar aliados para esta difícil misión. Como es bien sabido, la fruta y la verdura son los alimentos que no pueden faltar en nuestros menús veraniegos porque contienen muchas sustancias esenciales para el cuidado de nuestra piel, como las sales minerales, las vitaminas y sobre todo el agua.
Algunos alimentos facilitan más que otros el mantenimiento y la preparación al bronceado, como los que contienen betacaroteno, uno de ellos es la zanahoria. Las zanahorias son vegetales que podemos encontrar todo el año en las tiendas y en los supermercados, pero solo en verano conseguimos aprovechar al máximo sus propiedades.El betacaroteno (antioxidante precursor de la vitamina A) estimula la producción de melanina, un pigmento que defiende nuestro ADN de la acción nociva de los rayos ultravioleta a través de la neutralización de los radicales libres producidos por ellos mismos. De estea forma, no solo defiende nuestra piel, sino que previene el envejecimiento y diferentes patologías degenerativas. La característica de proteger el cuerpo del envejecimiento cutáneo es dado también por la Vitamina C, sustancia antioxidante presente en grandes cantidades en las zanahorias, que rejuvenece y cuida nuestra piel facilitando la formación de colágeno.
Pero los beneficios de las zanahorias no se limitan a su contenido de betacaroteno y vitaminas. De hecho, contienen muchas sales minerales (sustancias que a menudo nos faltan en el verano) y de agua para prevenir el riesgo de deshidratación y sequedad de la piel; condiciones que a menudo causan la fastidiosa descamación típica de la vuelta de las vacaciones que nos hace perder todo el bronceado ganado después de horas y horas bajo el sol.
En resumen, esta preciosa hortaliza no puede faltar en nuestros menús veraniegos. Las zanahorias se pueden comer crudas y cocidas, porque en ambas formas podemos aprovechar sus propiedades.
Si queremos absorber lo mejor posible el betacaroteno es mejor consumirlas cocidas porque este importante antioxidante es asimilado con mayor facilidad por el cuerpo después de una breve cocción. Además, acompañándolas con un poco de aceite de oliva virgen extra, facilitamos la absorción de la Vitamina A, al ser esta una vitamina liposoluble, es decir, vehiculada por las grasas.
Pero de vez en cuando también es importante consumir zanahorias crudas porque algunos micronutrientes, como la vitamina C, pueden deteriorarse con el calor.
Vía libre a ensaladas y vinagretas, pero también a menestras frías o a atractivas guarniciones para los platos de pescado que acompañarán nuestra estación estiva. Si la zanahoria cruda no nos gusta, podemos tomarla dentro de un buen centrifugado: probad a unirla con la piña, la manzana y la naranja, ¡no te podrás resistir!